VII Domingo de Pascua
La Ascensión del Señor
50ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
“Levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo” (Lc 24, 50-51).
Hch 1, 1-11; Hb 9, 24-28; 10, 19-23; Lc 24, 46-53.
Para los Amigos de Dios
Muy queridos hermanos y hermanas, en este séptimo domingo del tiempo de Pascua estamos celebrando la Ascensión del Señor a los cielos. Tanto el tercer Evangelio como el libro de los Hechos de los Apóstoles, son una sola obra en dos partes escrita por san Lucas, el médico, colaborador del apóstol San Pablo. Ambas obras se las dirige a un tal “Teófilo”, que puede haber sido el obispo de alguna comunidad cristiana, o puede ser un nombre simbólico aplicado a cada cristiano de aquellos tiempos y de todos los tiempos, pues significa “amigo de Dios”. Así que estos libros son para ti, y para todos los que nos consideramos amigos de Dios o pretendemos serlo.
Siempre que alguien me pregunta por dónde comenzar a la leer la Biblia, cuando nunca la ha leído, yo les recomiendo iniciar por la lectura del Evangelio según san Lucas y luego el libro de los Hechos de los Apóstoles. Así pues, este domingo escuchamos el relato de la Ascensión del Señor, tanto en la primera lectura, tomada del libro de los Hechos, como en el Evangelio de Lucas.
¿Mirar al Cielo o a la Tierra?
“Señor, ¿Ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” (Hch 1, 6). Los apóstoles todavía mantienen la esperanza de que su pueblo iba a recuperar el esplendor que una vez tuvo. La esperanza mesiánica se centraba en este restablecimiento del reino israelita, y si Jesús es el Mesías, se esperaría de Él el cumplimiento de las profecías. Pero otras profecías, no tan comprendidas, hablaban de que el Mesías establecería un reino eterno y universal, y un reino eterno universal no puede ser privilegio de un solo pueblo, ni entenderse sólo en términos materiales o mundanos. Por eso Jesús le dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo” (Jn 18, 36). ¿Tú, tienes expectativas solamente para este mundo? ¿O caminas con los pies bien puestos en la tierra, pero con la esperanza del reino que está por venir?
“Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo?” (Hch 1, 11). Los apóstoles querían ver a Jesús hasta el último momento, al amigo, al hermano, al Mesías, a su Señor y Dios encarnado, muerto y resucitado, por quien habían dejado todo para seguirlo, a quien habían escuchado y habían visto obrando prodigios, pero con quien habían convivido en la intimidad del compartir la vida. La pregunta-reclamo que los dos ángeles les hacen, sirve para repetirles la promesa que Jesús les hizo de que volvería al final de los tiempos; promesa que también es para nosotros, que como cristianos debemos estar siempre a la espera de su regreso. Pero esa pregunta-reclamo es también un envío, pues no deben permanecer mirando al cielo, hay que volver los ojos a la tierra para reconocer y aceptar la tarea que Dios les tenía, y que ahora tiene para nosotros.
Mirar al cielo, en sentido negativo, significa cruzarnos de brazos y esperar que sea Dios el que venga a resolver los problemas personales, familiares, o comunitarios, sin tomar nuestro propio compromiso con los demás y con nosotros mismos. En lo privado y en lo público, necesitamos trabajar con todo nuestro empeño, como si todo dependiera de nosotros; y orar con toda confianza, sabiendo que todo depende de nosotros.
La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Este día de la Ascensión del Señor celebramos a todos los que trabajan en los medios de comunicación social. Vaya para todos ellos y ellas mi más sincera felicitación. El cuarto poder parece que ahora se vuelve el primero. Por eso, recordemos que buena comunicación es clave del éxito para gobernar, para trabajar, para educar y para toda la convivencia humana.
Para llegar al auténtico desarrollo integral de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, se debe recibir de los medios de comunicación, contenidos llenos de verdad y de respeto por la persona humana; contenidos que iluminen nuestra realidad sin que oscurezcan nuestro espíritu; contenidos que traigan la información indispensable para vivir en sociedad, y que nos den elementos para continuar nuestra formación y reforzar los valores humanos. Oremos por los que trabajan en los medios de comunicación, ya que tienen un papel muy importante en nuestro tiempo, una gran responsabilidad ante nosotros y también ante nuestro Señor.
Recordando la Maternidad
Dentro de dos días vamos a celebrar el día de las madres, aunque seguramente ya las han estado festejando en las escuelas y en otras organizaciones, y tal vez en este mismo día, domingo, habrá familias reunidas conviviendo y celebrando a las mamás. A pesar de que ahora muchas madres de familia tienen grandes responsabilidades fuera de su hogar, y aunque los esposos deban involucrarse y compartir los quehaceres del hogar; de todos modos el papel de la madre es fundamental e insustituible en cada familia y en la vida de cada uno de sus hijos. Envío un saludo cariñoso a todas las madres en su día. Nuestra oración y las Misas de este domingo serán por la salud y bienestar de ellas, y también por el eterno descanso de las que ya han dejado este mundo.
La Virgen María permaneció con los apóstoles y demás discípulos después de la Ascensión de su Hijo Jesús al cielo, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés; y aunque subió luego ella también al cielo en cuerpo y alma, continúa igualmente hoy en medio de nuestra Iglesia, acompañándonos en la oración y en la invocación del Espíritu sobre nuestras vidas. Ella fortalece además nuestro ser familia de Dios, nuestra Iglesia, como Madre nuestra que el Señor nos entregó en la cruz.
¡Sea alabado Jesucristo!
+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán