HOMILÍA
I DOMINGO DE ADVIENTO
Ciclo A
Is 2, 1-5; Rm 13, 11-14; Mt 24, 37-44.
“Velen y estén preparados” (Mt 24, 42).
Ki’óolal lake’ex ka t’aane’ex ich maya, kin tsik te’ex ki’imak óolal yéetel in puksi’ikal, bejla’e’ u yáax domingo tí adviento. U t’aan Yuumtsile’ ku páay óoltiko’on ka’a k-iilikba’ yéetel Cristo ku taal, chen ba’ale’ u ti’al káajal xíimbale’ yáaxile’ k’a’abet wach’ik’ le suum tu’ux k’a’axa’ano’on tumen ma’ u cha’ik xíimbal. Bey xan K’a’abet lisikba’ yeetel ka píil a wich.
Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con el afecto de siempre y les deseo todo bien en el Señor en este primer domingo del tiempo litúrgico del Adviento. Hoy inicia nuestro camino espiritual hacia el pesebre de Belén.
Existen muchos “caminitos de adviento” que ustedes pueden encontrar en el internet para proponerlo a sus hijos y nietos, aunque deben servir incluso para los adultos. Estos suelen ser un excelente recurso pedagógico para aprovechar al máximo este tiempo. También cada uno en particular podría trazarse su propio camino del adviento con propósitos diarios o al menos semanales, de domingo a domingo.
Siempre hemos dicho, y es cierto, que el santo tiempo del Adviento, se constituye por los cuatro domingos previos a la Navidad en los que la Iglesia nos invita a acentuar la virtud de la esperanza. Sin embargo esta esperanza cristiana no significa cruzarse de brazos, sino poner todo nuestro empeño en el cuidado de nuestra vida, familia, trabajo, incluso de nuestra sociedad, con la confianza puesta en el Señor y enderezando nuestros pasos hacia Él.
Durante estos ya seis años de ministerio pontificio, el Papa Francisco nos ha estado llamando a ser una Iglesia en salida misionera, de modo que ni los pastores, ni los fieles, estemos esperando a que las cosas sucedan o a que la gente se acerque, sino que con creatividad, caridad evangélica y respeto, vayamos al encuentro de los que son diferentes a nosotros, a compartir todo lo bueno que ellos tienen y a expresarnos en un testimonio atractivo, para que a otros les den ganas de formar parte de nuestras comunidades y de integrarse plenamente a nuestra Iglesia.
Por eso en la oración colecta –al inicio de la misa-, el sacerdote dice hoy: “Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo”. En verdad es Cristo el que viene a nuestro encuentro en cada persona que nos vamos topando cada día, a cada paso. Recibámoslo con fe y con amor.
La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos habla de esta dinámica de salir y de subir, cuando dice: “Vengan, subamos al monte de la casa del Señor, a la casa del Dios de Jacob” (Is 2, 3). Ojalá que muchos católicos poco practicantes se acerquen en esta temporada a la casa de Dios, pero que lo hagan para quedarse, permanecer y pertenecer a la comunidad. Al final del texto, en una frase se dice lo que hoy debe ser la vida de la Iglesia, y de todos sus miembros con esta invitación: “¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor” (Is 2, 5).
También el salmo responsorial, tomado del Salmo 121 que hoy proclamamos, nos recuerda que nuestra vida toda la hemos de considerar como una gran peregrinación, con esta invitación que dice: “Vayamos con alegría al encuentro del Señor”. Aquí en Yucatán, en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en el barrio de San Cristóbal, lo mismo que en el municipio de Acanceh, y tal vez en otras parroquias, ya todo el mes de noviembre fue de peregrinaciones y gremios que se han dirigido a los templos guadalupanos, que son casa de la Virgen, y también son casa de Jesús por supuesto, pues él siempre estuvo con María, desde su vida pública hasta la cruz, donde María lo siguió para luego acompañar a los discípulos como Madre de la Iglesia. Cada peregrinación nos debe hacer pensar que nuestra vida es un caminar al encuentro del Señor.
¿Cuáles son las ataduras que nos impiden comenzar a caminar? Hay que romperlas para, entonces sí, comenzar a caminar con alegría como Iglesia en salida misionera. En la segunda lectura de hoy, tomada de la Carta a los Romanos, el apóstol san Pablo señala cuáles son las obras de las tinieblas ante las que los cristianos deben despertar para desecharlas. Dice el Apóstol: “Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias” (Rm 13, 13). Estas son las cuerdas que amarran y no dejan avanzar en la vida cristiana.
Aquí en Yucatán existe un altísimo índice de alcoholismo que genera tanta pobreza, problemas familiares y hasta violencia. San Pablo habla de “comilonas”, y por supuesto que la gula es una gran atadura para caminar en la vida cristiana, aunque también hay muchas formas actuales de ocuparse demasiado del cuidado del cuerpo, como las dietas y el gimnasio con exageración, que distraen de lo que es principal en la vida. Lo mismo sucede con la lujuria y toda clase de excesos, principalmente con las drogas. Los pleitos y las envidias dentro de las familias o hasta en los grupos de Iglesia, frenan todo avance en la salida misionera.
San Pablo también nos llama a revestirnos de Jesucristo, “porque la noche está avanzada y se acerca el día” (Rm 13, 12). Revestirse de Cristo significa compartir con él su misión, sus criterios, sus propósitos, sus sentimientos y sus actitudes, para lo cual es necesario preguntarnos a cada paso: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Desechar desde su origen, es decir, desde el corazón y desde la mente, los sentimientos tanto como los pensamientos contrarios a la enseñanza de Jesús, nos dará oportunidad de revestirnos de él.
El santo evangelio de hoy, según san Mateo, se refiere a la segunda venida de Jesús a este mundo, a lo que Jesús dice que será totalmente inesperada. También indica que será un momento de selección, cuando el Señor tomará a uno y dejará a otro. Claro que eso le toca al Señor cuando venga, pues ahora, mientras le esperamos, no nos corresponde a nosotros hacer selección o acepción de personas.
Jesús nos invita a velar y a estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora en la que vendrá el Hijo del Hombre. Por supuesto que no se trata de vivir angustiados como algunos lo han hecho y lo hacen; pero tampoco se trata de estar totalmente relajados como tanta gente que vive sin tomar en cuenta el día del Juicio del Señor.
Hemos visto que en algunos países de Sudamérica ha habido grandes protestas y manifestaciones contra sus gobernantes, incluso que en algunos lugares se han volcado contra las iglesias. Pidamos que a esos países vuelva la paz y la concordia, pero como fruto de la justicia y de que quienes gobiernan tengan oídos para escuchar los clamores de su población.
Entre nosotros hemos tenido hemos manifestaciones de estudiantes y de mujeres, que han sido acompañadas de algunas expresiones de violencia y ataque a los monumentos históricos en la ciudad de México. Oremos para que reine la paz y la justicia en favor de los estudiantes, para que puedan pacíficamente dedicarse a lo suyo. Pidamos para que se acaben todos los feminicidios, que son un tristísimo signo de los tiempos.
Bienvenidas todas las manifestaciones pacíficas, que se acaben en ellas todos los infiltrados que llegan a causar daño a la gente inocente y a la comunidad en general.
En cuanto al tema de llamar “terroristas” a los miembros del crimen organizado, no es un asunto de menor importancia, pues podría implicar la intervención en nuestra tierra de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, lo cual sería una terrible desgracia. Los miembros del crimen organizado están muy lejos de ser terroristas, pues no actúan por fines políticos o ideológicos. Pidamos para que nuestro vecino País del Norte se convierta de su cultura armamentista y belicista a una cultura pacifista, que trabajen arduamente por impedir el tráfico de armas a nuestro País o a cualquier otro. Oremos para que nuestro gobierno logre pacificar todas las regiones de México asoladas por la violencia y la inseguridad. Y pidamos para que todos, al menos en México, podamos sumarnos por una pacífica lucha contra el consumo de drogas que tanto daño hace a niños, jóvenes y adultos.
Todas las manifestaciones violentas así como las expresiones de inseguridad y violencia, están muy lejos de la voluntad de Dios y del ambiente cristiano que nos preparan a la Navidad.
Que tengan todos una feliz semana. ¡Sea alabado Jesucristo!
+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán