Homilía Arzobispo de Yucatán – La Epifanía del Señor, Ciclo A

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HOMILÍA

DOMINGO DE NAVIDAD:

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Ciclo A  

Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3. 5-6; Mt 2, 1-12.

“Abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos:

 oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11).

         “Ki’ olal lake’ex ka ta’ane’ex ich maya, kin tzik te’ex kimak woolal yetel in puksikal. Te domingoa ki’inbensik Epifania Yuum Kue’, xoojlajo’ob Reyes Magos.”

Muy queridos hermanos y hermanas les saludo con el afecto de siempre deseándoles todo bien en el Señor. En este domingo estamos celebrando la Epifanía del Señor. Como ustedes han de saber, la palabra epifanía significa “manifestación”, porque la Navidad es la manifestación de Dios en carne humana, y sobre todo se trata de la manifestación del Niño de Belén a todos los pueblos de la tierra representados en los magos venidos de Oriente.

Por “magos” hemos de entender hombres de ciencia, sabios investigadores. Se les llama “reyes” por la profecía que anunciaba la llegada de reyes de otros pueblos a adorar al Señor, y por la riqueza que suponía su viaje y sus regalos. Se dice que eran tres porque fueron tres los regalos que ofrecieron al Niño: oro, incienso y mirra. Varias tradiciones antiguas hablaban de distinto número de magos, pero prevaleció la tradición que afirma que eran tres y que reconoce los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar.

Por otra parte, en Oriente, hasta el día de hoy la Navidad se celebra no el 25 de diciembre sino el 6 de enero, en la Epifanía del Señor. En México como en algunos otros países, la fiesta de la Epifanía pasa al domingo que cae entre el 2 y el 8 de enero.

La primera lectura tomada del profeta Isaías, habla de la universalidad de los pueblos que caminan hacia la luz del Señor en Jerusalén y los reyes que caminan al resplandor de su aurora. Además este texto menciona los dones del incienso y oro, dos de los que los magos llevaron al Niño Jesús. También el salmo 71 que proclamado en este día, se expresa en términos parecidos diciendo: “Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones”.

San Pablo en su pasaje de la Carta a los Efesios en la segunda lectura, habla del misterio que le fue revelado y antes era desconocido: “Que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo” (Ef 3, 6). Entonces todos los que no somos de raza judía, los que hubiéramos quedado en el paganismo, fuimos llamados a conocer, contemplar, alabar y gozar del misterio de Dios revelado en Cristo Jesús; y a la vez somos llamados a colaborar para que más y más hermanos conozcan y gocen de este misterio.

Son realmente santos y admirables estos magos que invierten sus conocimientos, su investigación y su dinero, porque combinan todo esto con su espíritu religioso que busca sincera y honestamente la verdad de un Dios eterno, único y todopoderoso; y esto a pesar de provenir de pueblos paganos donde se adoraban múltiples divinidades. Han leído las Escrituras de Israel, y en ellas han encontrado lo que buscaban. No importa que todo indique que a este rey lo vayan a encontrar en un pueblo humilde e insignificante en el contexto de las naciones. Quien busca honestamente la verdad, la busca sin prejuicios en el lugar donde se encuentre.

Cuando el filósofo francés Jacques Maritain, junto con su esposa Raïssa, se preparaba para bautizarse católico, sus amigos trataban de disuadirlo hablándole de todos los defectos y de los hechos vergonzosos de la Iglesia Católica; ante lo cual el respondió con gran seguridad: “Yo ando en busca de la verdad, y aunque la encuentre en un basurero, de ahí la voy a tomar”. Los magos encontraron esa Verdad en el pesebre de Belén.

Lamentablemente hay muchos hombres y mujeres de ciencia que piensan que razón y fe son, no sólo incompatibles, sino contradictorias; esto en sí mismo es ya una postura filosófica positivista. Mientras que otros hombres y mujeres de ciencia, gozan al mismo tiempo del consuelo, la alegría y esperanza de la fe, que no contradice lo que estudian sino que lo abrazan y le dan sentido y armonía.

En esta Navidad hubieron también hombres y mujeres de ciencia arrodillados frente al pesebre, desgranando gozosos las cuentas de un Rosario. Hombres y mujeres que por creer, no se ahorran en absoluto la lectura de un libro o la investigación de un fenómeno. Hombres y mujeres que crecen en armonía, cultivando su cuerpo, su inteligencia y su espíritu.

Cuando Herodes escucha de estos magos, que han llegado a Jerusalén preguntando dónde está el nacido rey de los judíos, se sobresalta junto con toda la población. Pero él particularmente se preocupa porque ve amenazado su reinado. Su preocupación lo llevará finalmente a mandar asesinar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Eso nos da una idea de lo que son capaces los poderosos de este mundo por conservar su poder. El poder tiene la posibilidad de corromper y envenenar el corazón del hombre. Por eso tenemos que orar siempre por nuestros hermanos dedicados a la función pública, para que no se dejen perturbar por el poder y tengan siempre en el corazón a los pobres de este mundo; y sobre todo vivan con la conciencia de que tendrán que dar cuenta al Todopoderoso de su breve, limitado y pasajero poder.

Fueron los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo judío quienes le explicaron a Herodes que las Escrituras anunciaban que el Mesías nacería en Belén de Judá, un pueblo sin importancia en una nación sin importancia. ¡Cuántos grandes hombres y mujeres han nacido en poblaciones sin importancia! ¡Cuántos habitantes de las grandes ciudades miran con desprecio a la gente de los pequeños poblados! El lugar donde nací no es el que me hace grande, sino que yo soy el que puedo engrandecer a mi pueblo con una vida digna de ser reconocida en cualquier campo. Si el Mesías no hubiera nacido en Belén, tal vez ni siquiera nos diéramos por enterados de la existencia de este poblado.

Después de ser recibidos en secreto por Herodes, los magos se pusieron en camino y se alegraron porque de nuevo vieron la estrella que venían siguiendo, y que finalmente los llevó a su destino. Para todo ser humano hay una luz en lo alto dispuesta a guiarle. Por el contrario, si nuestra mirada está clavada en las realidades de la tierra, fácilmente podemos perdernos, deprimirnos y no encontrar sentido a nuestra existencia. Lamentablemente en Yucatán es muy elevado el número de suicidios y un gran porcentaje ha sucedido entre jóvenes. La luz de lo alto nos da siempre motivos nuevos para seguir adelante, pero si pongo todo el sentido de mi vida en una persona o en alguna realidad material, en el momento más inesperado puedo perderlo todo. ¡Caminemos a la luz de nuestra fe!

“Los magos entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron” (Mt 2, 11). Tú también entra en la casa, la casa de tu templo más cercano o el de tu devoción; la casa de tu familia donde aprendiste los mejores valores; la casa de tu interior donde el Señor está junto a su Madre, y tu Madre, esperándote. Adora al Señor en el templo, adóralo en tu hogar y adóralo en tu interior.

Ofrécele al Señor al igual que los magos, tu oro, tu incienso y tu mirra: Tu oro son tus bienes materiales, pocos o muchos, ponlos a disposición del Señor y ayuda cuanto puedas a los necesitados y a tu Iglesia; tu mirra es tu capacidad de valorar el sufrimiento de Cristo para nuestra redención y de llevarle consuelo y alivio en la persona de los enfermos, los presos, los pobres y todos los que sufren; tu incienso es tu capacidad de glorificar al Señor que te ha de mantener en alabanza continua a tu Dios, y en reconocimiento de los méritos, virtudes, cualidades y éxitos de tus hermanos.

México ha vivido días muy difíciles desde que inició este año nuevo con el “gasolinazo”. Muchos se han manifestado en forma pacífica contra las decisiones de nuestros gobernantes que han perjudicado la economía de todos los mexicanos, y aún más la de los pobres que son la mayoría. Por otra parte han habido también injustificables actos de saqueo y rapiña. Ambas manifestaciones han sido movidas a través de las redes sociales. ¿Quién o quiénes son los verdaderos responsables de los actos vandálicos que han hecho tanto daño a gente inocente? Hay varias versiones que corren en las redes explicando el origen malévolo de estos hechos. Estos actos vandálicos seguramente tratan de desacreditar las manifestaciones pacíficas y suscitar miedo, provocar a las autoridades o justificar represión. Quien sea responsable no escapará del juicio de Dios.

En esta Epifanía, manifestación del Señor en carne humana, expresemos nuestra indignación en forma pacífica, inteligente y bien coordinada; y manifestémosle al Señor nuestra preocupación por México, llevándole nuestra oración por la conversión de todos a la unidad, la concordia, la solidaridad y la paz.

¡Que tengan todos una feliz semana! ¡Sea alabado Jesucristo!

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán

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