Homilía Arzobispo de Yucatán – II Domingo del Tiempo de Cuaresma, Ciclo C

HOMILÍA
II DOMINGO DE CUARESMA
Ciclo C
Gn 15, 5-12. 17-18; Flp 3, 17- 4, 1; Lc 9, 28-36.

“Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo” (Lc 9, 25).

 

In lake’ex ka t’ane’ex ich maaya, kin tsikike’ex yéetel kimak óolal. Bejlae’ taan u’uyik u xookil tu’ux Yuum Jesuse’ tu k’exa’ u chika’anil. Taan u payalchi tu puukil tabore’, sáakchaj u nook’o’ob, lembalnaji’, bey tu ye’esaj u nojbe’enil. Chikpaj xaan Moisés yéetel Elías, taan u ye’esiko’ob beyo’ letí le Mesías. Ila’abo’ob tumen Pedro, Santiago yéetel Juan, ma’axo’ob tu yutsil ilo’ob.

 

Muy queridos hermanos y hermanas, les saludo con afecto es este segundo domingo del tiempo de Cuaresma.

Dios ha escuchado nuestra oración, la oración de toda la Iglesia, pidiendo la salud del Santo Padre, el Papa Francisco. No dejemos de orar por él, para que el Señor lo fortalezca en medio de todas las confrontaciones que se le hacen, sobre todo, dentro de la Iglesia que él pastorea. La Cuaresma es un tiempo para redoblar la oración, y de la oración nos habla el evangelio de este domingo.

El pasado jueves 13 de marzo, el Papa Francisco cumplió doce años de ministerio petrino. Él nos ha introducido en este Año Jubilar como “peregrinos de esperanza”. El 24 de diciembre pasado, en la Noche Buena, nos dijo lo siguiente: “Hay esperanza para cada uno de nosotros. Pero no olviden, hermanas y hermanos, que Dios lo perdona todo, Dios perdona siempre. No lo olviden. Y esa es una manera de entender la esperanza en el Señor”. La Cuaresma es un tiempo de avivar la esperanza de un Dios que nos espera con los brazos abiertos para perdonarnos si nos convertimos a Él.

En el evangelio de este domingo, Jesús quiere preparar a sus discípulos para enfrentar el misterio de la cruz, por eso, después de haberles anunciado su pasión y muerte en cruz, los lleva a lo alto del monte Tabor para mostrarles ahí su divinidad. Lo hace en un ambiente de oración, y cuando sus vestiduras “se ponen blancas y relampagueantes” aparecen Moisés y Elías conversando con él, dando testimonio, con la ley y los profetas, de que la pasión es el camino de la resurrección.

Los apóstoles Pedro, Santiago y Juan se habían quedado dormidos. Oremos con insistencia, aunque nos quedemos dormidos, pero teniendo nuestro corazón puesto en Dios. Cuando ellos despiertan y miran semejante espectáculo se quedan estupefactos; entonces Pedro atina a decir que sería bueno quedarse en ese lugar, que harían tres tiendas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. No piensa en ellos, sino solo en Jesús y sus acompañantes.

Una nube los envuelve y ellos se asustan, mientras escuchan la voz del Padre que sale de la nueve y les dice: “Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo” (Lc 9, 25). La Cuaresma es un tiempo ideal para escuchar a Jesús. Si tú ya lo escuchas, lo puedes hacer con más intensidad, buscando que él toque tu interior transformándote. Una buena práctica cuaresmal, a parte de asistir a las pláticas cuaresmales o seguirlas virtualmente en alguna página, puede ser leer más frecuentemente la Palabra de Dios y reflexionarla, además de escucharla y meditarla en el templo en cada celebración litúrgica.

En la primera lectura, nuestro padre Abraham también contempla la maravilla de un Dios que se le manifiesta, para confirmarle las promesas que le ha hecho de tener una gran descendencia. Cuando pensamos en la vocación, ordinariamente pensamos en los adolescente o jóvenes, que experimentan el llamado del Señor. ¡Pero Abraham recibió el llamado para salir de su tierra y de su parentela a los setenta años! Él creyó en la Palabra del Señor, aunque él y su esposa no tenían hijos. Cualquiera puede creer cuando tiene la evidencia ante sus ojos, sin embargo, él creyó cuando tenía todo en contra: su edad y la esterilidad de su mujer. La Cuaresma es un tiempo para fortalecer nuestra fe, para convertirnos, para ser como nuestro padre Abraham “peregrinos de esperanza”, y así circular por esta vida.

De esa esperanza hacemos confesión en el salmo 26 que en este día proclamamos diciendo: “El Señor es mi luz y mi salvación… ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” Las seguridades que ofrece este mundo son falsas y frágiles, si tu confías en alguna persona, en tu dinero, en tu salud, en tus méritos y cualidades, todo eso puede fallar en el momento menos pensado. En cambio, el Señor nunca fallará ni te abandonará.

De la verdadera seguridad y esperanza también nos habla san Pablo en la segunda lectura, tomada de su Carta a los Filipenses, donde nos dice que “nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro Salvador Jesucristo” (Flp 3, 20). Previamente se refiere también a los que no ponen su esperanza en Dios, y se los dice llorando: “Hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Estos tales acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra” (Flp 3, 18-19). El tiempo de la Cuaresma es para crecer en nuestra amistad con la cruz de Cristo, una cruz que no tenemos que inventar sino descubrir a cada paso de nuestra existencia, para abrazarla de buena gana.

Les comparto algunos pasajes de la carta enviada por los Obispos de México a toda la nación, con motivo de los recientes acontecimientos acaecidos en Teuchitlán, Jalisco:

“La Conferencia del Episcopado Mexicano expresa su profunda indignación y dolor ante el reciente descubrimiento de un campo de entrenamiento y exterminio del crimen organizado en el rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco. Este hallazgo, que incluye crematorios clandestinos, constituye una de las expresiones más crueles de maldad y miseria humana que hemos presenciado en nuestro país. Como pastores de la Iglesia en México:

Denunciamos con profunda preocupación que existan muchos lugares como este en nuestra nación, los cuales son sitios donde se han cometido los más graves delitos contra la humanidad. Estos actos atentan directamente contra la dignidad sagrada de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios.”

Aunque en esta carta los Obispos de México hacemos principalmente un llamado a las autoridades de todos los niveles para que se enfrenten y resuelvan de raíz todas estas situaciones, reconocemos y aplaudimos los grandes esfuerzos de las “madres buscadoras”’ y de otras organizaciones ciudadanas; pero insistimos en el llamado a toda la Iglesia. La carta continúa diciendo:

“En este tiempo de Cuaresma invitamos a toda la comunidad católica a intensificar la oración por las personas desaparecidas y sus familias, a solidarizarse activamente con los colectivos de búsqueda y a trabajar juntos por la construcción de la paz” (Mensaje del Episcopado Mexicano, ante el hallazgo de campo de exterminio y entrenamiento en Teuchitlán, Jalisco. 12 de marzo de 2025).

Que tengan una feliz semana. ¡Sea alabado Jesucristo!

 

+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán

Descargar (PDF, 165KB)