X Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo C
1Re 17, 17-24; Gal 1, 11-19; Lc 7, 11-17.
“Joven, yo te lo mando: Levántate” (Lc 7, 14)
Muy queridos hermanos y hermanas como cada domingo, les saludo atentamente y les deseo todo bien en el Señor.
Dios Ha Pensado en Ti
Hoy quiero saludar especialmente a todos los niños y jóvenes en el seno de cada familia. Me dirijo a ustedes en estos días en que están terminando un año escolar más o un semestre de estudios. Quizá vas a terminar tu primaria, tu secundaria, tu preparatoria o tu carrera. A propósito, les deseo a todos los mejores resultados en sus próximos exámenes. Te has preguntado tú, niño, adolescente o joven: ¿Qué va a ser de tu vida, de tu futuro? La palabra de Dios en este domingo nos da la oportunidad de pensar en la vida de un niño en el vientre de su madre, en la de uno de mediana edad y en la de un joven.
El niño en el vientre de su madre es el apóstol san Pablo. Dice en el pasaje de su carta a los Gálatas que encontramos en la segunda lectura: “Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó” (Gal 1, 15). Niños y jóvenes, no olviden nunca que ustedes fueron amados por Dios desde antes de venir a este mundo; pues desde siempre Él pensaba en ti y eras un proyecto en la mente del Creador de todo y de todos, mucho antes de que fueras visto por el médico y tus papás en el ultrasonido.
Desconozco tus planes para el futuro, pero recuerda que Él te eligió para que vinieras a este mundo, te eligió para que fueras cristiano (si lo eres) por medio del Bautismo; te elige también para alguna carrera, con la que puedas servir a los demás; te elige para una pareja, la que será tu mujer o el que será tu marido; y finalmente algún día hará tu llamado definitivo para la vida eterna. Pero Él siempre está esperando tu respuesta a su llamado para una vida de servicio a los demás. Una vida que tenga sentido de amor. Él te creó por amor y para amar. Tal vez te quiera llamar para servir al Evangelio como sacerdote, como religiosa o religioso, o para ser evangelizador en la Iglesia. No descartes nunca esta posibilidad.
El Señor es Dueño de la Vida
Un signo de los tiempos actuales es el pensamiento de que la mujer es dueña de su cuerpo y puede, aún legalmente, deshacerse del niño que vive en su vientre. Hay papás, novios, médicos, amigas y otras personas más involucradas en esta decisión. Años atrás este pensamiento no existía en la mayoría de las personas, mucho menos institucionalmente. Algunos creen que la Iglesia debe “avanzar” en este tema y dejar de presentar el aborto como un asesinato. Pero fieles a las enseñanzas del Señor, recordamos como ya desde el año 150 de nuestra era, que san Justino daba las características de los cristianos frente al mundo pagano, y entre otras cualidades enunciaba que: “los cristianos no nos deshacemos de los niños concebidos”. Lamentablemente el hombre de hoy se cree dueño de la vida.
El Señor es el dueño de la vida y sólo Él debería decidir el momento de la muerte; nadie por el aborto, nadie por la eutanasia, nadie por el suicidio, nadie por la guerra o por crimen de asesinato, ni siquiera por la pena de muerte. La muerte siempre es dolorosa, pero lo es más cuando se trata de un niño o un joven el que muere. En esas ocasiones hay quienes reniegan y reprochan a Dios diciendo: “¡No es justo!”. Dice el libro de la Sabiduría: “Vivía entre pecadores y Dios se lo llevó; se lo llevó para que la malicia no pervirtiera su conciencia, para que no se dejara seducir por el engaño, pues la fascinación del mal oscurece el bien y el vértigo de las pasiones pervierte a las almas inocentes” (Sab 4, 10-11).
Cuando fui Obispo de Nuevo Laredo me di cuenta de cómo numerosos adolescente y jóvenes morían en las filas del crimen organizado, y muchas veces dije que era más dolorosa la muerte espiritual de tantos niños y jóvenes que estaban siendo pervertidos por la violencia y la inseguridad.
Levantarse y Hablar
En la primera lectura de este domingo, el profeta Elías aparece como instrumento de Dios para que un niño, hijo único de una viuda pobre, vuelva a la vida (cfr. 1Re 17, 17-24). Esa viuda pobre le estaba dando alojamiento al profeta en su casa. Dios permitió esa muerte prematura para dar prueba de su poder para resucitar a los muertos, y como anuncio de nuestra resurrección al final de los tiempos.
En el santo Evangelio según san Lucas de este domingo, Jesús se apiada de una mujer viuda que marchaba llorando en el funeral de su joven y único hijo. Jesús compadecido le dijo: “No llores” y luego de acercarse al ataúd, tocando al que había muerto le ordenó: “Joven, yo te lo mando: levántate” (Lc 7,14). Dice el pasaje que inmediatamente el muchacho se levantó y comenzó a hablar.
Hoy también Jesús les quiere decir a cada uno de ustedes muchachos y muchachas de Yucatán y del mundo entero: “Joven, yo te lo mando: levántate”. ¡Levántense! diría hoy a todos ustedes. Levántate de tus temores, inseguridades y dudas; levántate de tus vanidades y de una vida sin sentido; levántate de las drogas o cualquier otra cosa que te domine; levántate por encima de amistades dañinas; levántate por encima de los criterios y los pensamientos de este mundo actual; levántate de la soberbia y de la idea de tu superioridad, o de las diferencias sociales. ¡Y habla! Habla de tus ideales y de tu fe; habla de tu capacidad de amar y de ser generoso; habla dando testimonio de lo que Dios y los demás han hecho en tu favor; habla con humildad y con sencillez, habla con todos, ricos y pobres, sabios e ignorantes; habla de tu vocación de servicio; habla respaldando tus palabras con hechos.
Unidos por la Familia, Según el Plan de Dios
Pasando a otro tema, la semana pasada estuve en Izamal dirigiendo ejercicios espirituales a treinta sacerdotes, que tienen desde dieciséis años hasta cuarenta o más de ordenación. Finalizamos el retiro recibiendo a los demás sacerdotes de Yucatán, y como cada año con motivo de la Jornada Mundial por la Santificación de los Presbíteros, participamos en una peregrinación, en esta ocasión, desde la parroquia del Señor de la Divina Misericordia, hasta el Santuario de Nuestra Señora de Izamal donde nos confesamos dentro de una celebración penitencial.
Durante la misma semana, hubo una manifestación de varias asociaciones de la sociedad civil en contra de la iniciativa presidencial, de llevar a rango constitucional los así llamados “matrimonios igualitarios”. Con mi autorización, participó el padre Ricardo Ruiz Sacramento junto con el equipo de la Pastoral Familiar, además de algunos otros grupos religiosos. Sin embargo la manifestación no fue organizada por parte de la Iglesia. Me da gusto que se aclare, que esta inconformidad no es sólo de nuestra Iglesia Católica y de otras Iglesias, sino también de muchas personas que en forma individual o asociada, se preocupan por la institución familiar y por el futuro de los niños que tienen el derecho de tener padre y madre. También me da gusto saber que nuestros católicos se sumen a causas sociales como éstas.
Por nuestra parte, además de orar por la institución familiar y por nuestras autoridades civiles, trataremos de informar a toda la comunidad católica de lo que está ocurriendo, porque la mayoría ni se da cuenta de lo que sucede y de la trascendencia que esto tiene. Estoy seguro de que si el pueblo en su totalidad estuviera enterado de estos proyectos y si fuera consultado, se mostraría contrario a algo nefasto fraguado por una minoría poderosa e internacional.
La preocupación de quienes se han enterado de esto, va más allá de la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, pues saben de una agenda internacional que pretende quitar a los padres de familia su derecho-deber de la educación de sus hijos en materia sexual, para imponer a los niños desde la edad preescolar, la enseñanza de la ideología de género, la decisión que ellos podrían tomar de un cambio de sexo o de su preferencia sexual. Como Iglesia de Yucatán nos sumamos y vemos con buenos ojos las iniciativas de los laicos, para impedir por medios pacíficos, que les sean conculcados sus derechos-deberes de padres, y que los distintos gobiernos quieran ir más allá de su colaboración subsidiaria en la educación de sus hijos.
“Joven, yo te lo mando: levántate”. Ayudemos a Jesús para que también en nuestro tiempo, los jóvenes se levanten y hablen, sumándose a estas campañas en favor de las familias según el plan de Dios. Nuestro respeto a todas las otras formas de familia, que accidental o voluntariamente están viviendo de otra manera: son nuestros hermanos, son también hijos de Dios y nosotros y nuestras autoridades debemos buscar la manera de incluirlos a todos, pero sin pretender acabar con la institución divina de la familia.
Que tengan una feliz semana. ¡Sea alabado Jesucristo!
+ Gustavo Rodríguez Vega
Arzobispo de Yucatán