Homilía Arzobispo de Yucatán – XVIII Domingo Ordinario Ciclo C

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Ciclo C

Ecl 1, 2; 2, 21-23; Col. 3, 1 – 5. 9-11; Lc 12, 13-21.

 

 “Busquen los bienes de arriba, donde está Cristo.” (Col 3, 1)

 

 

Kimak in woll ta wetle’ex lak’ex, tu lakal xi’boob yetel koleloob ku ta’noob  ich Maya. Tin k’ aatik ti ta laklex, utial in dzik Nip’olal ti Kichkelem Yuum, u tiolal juun p’eel ja’ab tso’kin betik tu luumil yucatan. Le k’ina tin betaj domingo le tsumaano.

U T’aan Kichkelem Yuum, Domingo, ku yalik ma’a a tzik’ a puksikal  ti baalol yana luum, waa ma’ ti Dios.

 

Muy queridos hermanos y hermanas, los saludo con afecto como cada domingo ahora en el domingo XVIII del tiempo ordinario, les pido a todos que me ayuden a dar gracias al Señor por este primer año de ministerio episcopal aquí con ustedes en Yucatán que se ha cumplido este pasado viernes 29 de julio, un año que ha pasado muy rápido, un año que no he alcanzado a estar en todas las comunidades porque son muchas, he podido asistir a todas las parroquias donde me han invitado, a las fiestas patronales, a las confirmaciones pero aun así no ha sido suficiente un año para visitar todas las comunidades, nuestra iglesia, nuestro estado es grande, pido disculpas a los hermanos y hermanas que todavía no he visitado, pido a todos que me ayuden a pedir perdón por los errores o negligencias que haya cometido en mi ministerio y ante todo para dar gracias a Dios porque si algo bueno he podido hacer ha sido por la gracia de Dios que me ha asistido, pidan para que pueda servir a esta querida iglesia de Yucatán con todas mis fuerzas, con todas mis energías, con entusiasmo y siempre con buena atención para con todos.

 

La palabra de Dios en este domingo claramente nos habla acerca de la intrascendencia de los bienes materiales, de lo relativo que son estos bienes que tarde o temprano han de acabar, como dice la sabiduría mexicana: “Nada hemos traído a este mundo y nada nos llevaremos de él”.  No vamos a bajar a la tumba con los bienes materiales, si nos enterraran con esos bienes materiales de nada nos serviría después de la muerte.

 

Dice la primera lectura de este domingo, tomada del libro del Eclesiastés (o Cohélet): “Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión”, “¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y afanes bajo el sol?” (Ecl 1, 2), todo es vana ilusión, se agota trabajando alguno y pone en ello todo su talento, su ciencia, su habilidad y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó, esta es la realidad humana, solamente estamos de paso, por eso debemos tomar, ¡sí! con valor relativo, todos los bienes que poseemos porque tarde o temprano lo vamos a dejar.

 

En el santo Evangelio de hoy según San Lucas: “Hallándose Jesús en medio de la multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia” (Lc 12, 13), siempre el dinero de por medio crea graves problemas en las familias, ¿Cuántas familias dividas a causa de los temas de la herencia?, ¿Cuántos odios a muerte entre hermanos precisamente por el tema de las herencias?, los hombres y mujeres que son libres de los apegos materiales no sufren por esas cosas, no queramos que a fuerza se cumpla toda la justicia, porque hay quien dice: “A mí no me interesan los bienes materiales pero quiero que se haga justicia”, dejemos la justicia en manos de Dios, también confiemos en la justicia humana poniendo nuestros recursos pero, no nos desesperemos por el resultado de los trámites de herencias materiales, ¿Cuánta gente preocupada precisamente por los bienes materiales llega a perder lo que es más valioso?, ante todo la relación con Dios nuestro Señor, pero también hay familias divididas, matrimonios que se destruyen, familias que se separan, amistades que terminan, solo los que son libres en su espíritu y que no dependen de los bienes materiales, que no han puesto ahí todo su corazón son plenamente felices ahora y alcanzarán el verdadero tesoro que nos aguarda.

 

San Pablo en la carta a los colosenses que escuchamos hoy como segunda lectura nos invita, dice: “Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.” (Col 3, 2-3),

¿Cuántos cristianos, yo creo que la inmensa mayoría, nos hemos olvidado de esto y no hemos puesto nuestro corazón en las cosas, en los bienes de arriba sino más bien en los de la tierra, que diferente sería nuestra sociedad si pusiéramos nuestro corazón en los bienes del cielo, habría mucho menos injusticias, muchos menos pleitos y diferencias entre nosotros por los bienes materiales, pero esa es la realidad que hay muchos bautizados que viven como si fueran paganos, apegados a los bienes de la tierra.

 

San Pablo nos hace un llamado a un verdadero cambio de vida, a vivir conforme a la imagen de Dios que existe en nosotros, porque él nos creó a su imagen y semejanza, dice San Pablo: “Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: La fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría.” (Col 3, 5), de todas estas cosas el mundo de hoy nos enseña que no tiene nada de malo, que debemos sentirnos libres para darle gusto a todos los deseos de nuestro cuerpo; incluso hoy en día hay quienes quieren promover que los niños tengan esa libertad sin que ni siquiera los papás puedan educarlos, puedan conducirlos en esos temas, es el pensamiento de hoy contrario al Evangelio, contrario a la naturaleza humana.

Dice San Pablo: “Den muerte a todas esas cosas malas: La fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas.”, y no lo dice para fastidiar nuestra existencia, al contrario, él nos lo recomienda para que seamos más libres y plenamente felices y nos invita aún más: “Den muerte, a los malos deseos y la avaricia que es una forma de idolatría.”, verdadera idolatría la avaricia por los bienes materiales.

 

Nos invita San Pablo: “Despójense del modo de actuar del viejo yo y revístanse de nuevo yo, el que se va renovando conforme va adquiriendo el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.” (Col 3, 10).

 

Hermanos y hermanas gocemos de la vida, pero gocémosla sin apartarnos de Dios, gocemos de la vida, pero sin apartarnos unos de otros, hablo de gozar de la vida precisamente ahora que estamos en el tiempo de vacaciones, todos ustedes que han tenido oportunidad de tomar vacaciones, ¡Bendito sea Dios!, bendígalo y denle gracias, porque hay muchos hermanos y hermanas que no pueden parar de trabajar porque viven al día, buscando la subsistencia. Si tú tienes la oportunidad de algunos días de descanso, bendice al Señor, aprovéchalo, que tus vacaciones realmente traigan descanso, que no vaya a haber un problema en la familia a partir de las vacaciones, goza las vacaciones pero dentro de las vacaciones deja un espacio para Dios, para leer una página del evangelio, para hacer un momento de oración, siempre es posible y siempre hace bien y si es en familia mucho mejor, deja espacio para otras cosas, si eres estudiante, repasa un poco tus materias y si ya no eres estudiante, toma un buen libro y aprovecha para que tu espíritu también tenga alimento con esa buena lectura.

 

Hermanos y hermanas, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo, ¡Gracias por este año que me han acompañado en mi ministerio!, sigamos caminando juntos, buscando siempre en nuestras vidas el cumplir la voluntad de Dios nuestro Señor.

 

¡Sea alabado Jesucristo!

 

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán