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Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
(15 Marzo 1995 – 1 Junio 2015  )

IV. ARZOBISPO DE YUCATÁN.

39 OBISPO

MONS. EMILIO CARLOS BERLIE BELAUNZARÁN

Emilio Carlos Berlie Belauzarán, nació en Aguascalientes el 4 de noviembre de 1939. Realizó sus estudios en el Seminario de Montezuma en Nuevo México, Estados Unidos. Posteriormente, estudió Teología en la Universidad Gregoriana, para después doctorarse en la materia en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino.  Don Emilio Carlos, se ordenó como sacerdote el 3 de julio de 1966.

Su excelencia, fue preconizado el 15 de marzo de 1995 e inició su servicio pastoral con una concelebración Eucarística en el parque Kukulkán. Don Emilio Carlos ha promovido la presencia en la Arquidiócesis de 22 Institutos de Vida Consagrada de Varones y 53 Institutos para mujeres.

En total, ha erigido más de 24 parroquias y 32 rectorías y ha ordenado cerca de 97 Sacerdotes Diocesanos, así como 7 de otras congregaciones. Don Emilio Carlos, ha impulsado la preparación académica de más de 60 sacerdotes para realizar estudios de licenciatura en Roma, así como la de 6 sacerdotes para estudiar un doctorado en la misma ciudad.

Ha sido promotor de las capillas de Adoración Perpetua. Actualmente existen 14 capillas de Adoración: 4 en el interior del estado y 10 en la ciudad de Mérida. Don Emilio Carlos, de igual forma, ha promovido la vida familiar instaurando la Semana de la Familia, en la segunda o tercera semana de Octubre.

Su excelencia, ha promovido la creación de 2 decanatos en la ciudad de Mérida: el 13 y el 14 para mejorar la atención de la Diócesis.

Don Emilio Carlos es, en sus palabras, una persona de recia personalidad. Es un inquieto ministro de Cristo, un Obispo dinámico, siempre abierto a la voluntad de Dios. Monseñor, agradece a Dios el llamado a servirle que le confirió y cree que el éxito como líder es causa de la Providencia Divina, de la consistencia y la perseverancia, de la buena colaboración.

En palabras de Don Emilio Carlos:

“Toda la vida de Cristo es un acontecimiento de revelación: lo que es visible en la vida terrena de Jesús, conduce a su Misterio invisible, sobre todo al Misterio de la filiación divina.  Asimismo, aunque la salvación nos viene plenamente con la Cruz y la Resurrección, la vida entera de Cristo es misterio de salvación, porque todo lo que Jesús ha hecho, dicho y sufrido, tenía como fin salvar al hombre caído y restablecerlo en su vocación de Hijo de Dios”.

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